miércoles, 1 de agosto de 2018

JEHOVÁ | No se trata de un sustantivo


JEHOVÁ | No se trata de un sustantivo



Éste es el nombre más empleado en el AT (6.499 veces). En castellano se transcribe en esta forma. No se trata de un sustantivo, sino de un calificativo que, en hebreo, se presenta en forma de un tetragrama: YHVH. Éste es el nombre inefable, que los judíos no tenían derecho alguno a pronunciar, y que debían sustituir en la lectura del texto sagrado por Señor (mi Señor, Adonai). Es por esta lectura que los masoretas tuvieron la idea de añadir a las cuatro consonantes YHVH las vocales que pertenecían al sustantivo Señor (Adonai). El lector judío, así, no se equivocaba; sabía que tenía allí dos nombres en uno, uno todo en vocales, el otro todo en consonantes. Más tarde, los cristianos transcribieron erróneamente como «Jehová», dando así en una sola palabra las dos juntas. 

La verdadera transcripción debiera darse como YªHV'H, o Yahveh. YHVH significa «Aquel que es». En este nombre encontramos a la vez la afirmación metafísica del Ser eternamente presente (Yo soy), que está en el origen y al final de toda existencia, Dios único, incomparable, sin limitaciones, y la afirmación moral y espiritual de la fidelidad divina. Yahveh, éste es el Dios que se relaciona con el hombre, y que le quiere dar Su propia vida (la raíz de Yahveh es a la vez ser y vivir). La inmortalidad, la verdad y la fidelidad quedan reunidas en Yahveh. Si «Elohim» destaca un atributo de Dios, el poder, «Yahveh» revela con mayor fuerza Su propia esencia. 

El uso de este último nombre muestra que se relaciona con el Dios de la redención y del pacto que se revela al hombre para salvarle. Es Elohim, el Creador, quien dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen» (Gn. 1:26); pero es como Yahveh-Elohim que entra en relación con el hombre a partir de que éste toma su lugar en la escena, advirtiéndole, juzgándole, prometiéndole salvación, revistiéndole de pieles de animales sacrificados (Gn. 2:7, 16; 3:9, 15, 21). 

Otras expresiones compuestas con el mismo nombre completan esta revelación de la providencia y de la salvación divina: 

(A) «Yahveh-Jireh», Jehová proveerá (Gn. 22:13-14);
(B) «Yahveh-Rafah», Jehová que te sana (Éx. 15:26);
(C) «Yahveh-Nissi», Jehová mi bandera (Éx. 17:15);
(D) «Yahveh-Shalom», Jehová Paz (Jue. 6:24);
(E) «Yahveh-Raah», Jehová mi Pastor (Sal. 23:1);
(F) «Yahveh-Tsidkenu», Jehová nuestra justicia (Jer. 23:6).

En verdad, Jehová, el Dios salvador, responde a todas las necesidades de nuestro ser. La teología crítica ha pretendido que el empleo de los dos nombres Elohim y Yahveh denota en el texto bíblico dos autores diferentes, el Elohísta y el Yahvista (sin hablar de otras «fuentes» constantemente puestas al día; véase PENTATEUCO), que hubieran escrito mucho tiempo después de Moisés, y con mucho tiempo entre sí. 

Pero el argumento basado sobre los nombres divinos no demuestra nada en absoluto: Sólo en Génesis, Elohim aparece 164 veces, y Yahveh 146 veces. ¿Acaso se puede recortar el texto en otros tantos fragmentos? ¿Y qué se va a hacer del nombre Yahveh-Elohim (Jehová Dios), que aparece desde el capítulo 2? ¿Se va a decir también que los otros nombres (Adonai, etc.) revelan cada uno de ellos a un nuevo autor, distinto de los otros? Según los críticos, el nombre de Jehová no hubiera sido revelado más que a partir de Moisés ante la zarza ardiente, puesto que Dios le afirma: «Así dirás a los hijos de Israel: El YO SOY me ha enviado a vosotros» (Yo soy, «Eheieh», ésta es la transcripción de la 1ª persona de Yahveh; «Él» es, tal es el sentido verdadero de Su Persona). 

El Señor añade, al enviar a Moisés: «Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos» (Éx. 3:15; 6:3). ¿Qué significa esta declaración, frente a todo lo que hemos afirmado acerca de la presencia de Jehová en todas las páginas del Génesis? Una explicación que se ajusta a la mentalidad oriental acerca de la naturaleza de los hombres es como sigue: El Éxodo es por excelencia el libro del pacto y de la redención. Dios se revela en el Éxodo como nunca lo había hecho a los patriarcas, y ello no solamente a Su pueblo, sino también a los egipcios y a Faraón. El rey exclamó: «¿Quién es Jehová?... Yo no conozco a Jehová» (Éx. 5:2), y la respuesta del Señor vuelve como un proverbio: .... y vosotros sabréis que yo soy Jehová» (Ez. 6:7; 7:5, 17, etc., cp. Ezequiel, donde esta expresión aparece más de 50 veces, p. ej., Ez. 5:13; 6:14, etc.). Así, conocer a Jehová es reconocer Su naturaleza, Su carácter, Su soberanía, Su obra en juicio y salvación. 

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